Una
conversación con el doctor Francisco Kovacs es una especie de lección magistral
sobre otra sanidad bien diferente de la que tenemos. No se trata de su
privatización, cuyo intento le costó el puesto al Consejero del gobierno
regional de Madrid, sino de su transformación, como mejor instrumento para su
defensa. Hijo de médico, presidente de la Fundación que lleva su apellido en memoria y
homenaje a su padre (también médico y pionero de la auriculomedicina en
España), niño, adolescente, joven, estudiante y médico, todo ello con el
añadido “prodigio”, porque a los 19 años ya era médico y a los 23 su currículo
merecíó una amplia referencia en las columnas del diario El País en una
información firmada por Inmaculada de la Fuente , en la que podía leerse que, además de
finalizar sus estudios de Medicina a edad tan temprana, Kovacs “había estudiado
a la vez piano, órgano y composición, y a los siete años dio su primer
recital”. Hoy, 17 a ños
después, acaba de presentar en la sede de la Organización Médica
Colegial (OMC) de Madrid, con asistencia, entre otros, del presidente del
Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España, un estudio científico
español refrendado por “Spine Journal”, principal revista científica
internacional en el campo de las dolencias de la espalda.
El estudio analiza los resultados de la intervención neurorreflejoterápica (NRT) realizada a los primeros 9.000 pacientes de la sanidad pública en las Comunidades de Madrid, Cataluña, Baleares, Asturias y Murcia. Entre los autores y firmantes del estudio están los responsables del seguimiento de esa tecnología en esos Servicios de Salud públicos, y el equipo de estadísticos independientes del Hospital Ramón y Cajal que han analizado los datos con métodos especialmente sofisticados.
Los resultados del estudio permiten llevar la medicina individualizada al campo de las dolencias de la espalda e identifican los 36 factores que influyen en el pronóstico de cada paciente y la manera y la magnitud en la que lo hacen. Basándose en estos resultados, se ha desarrollado una aplicación informática de uso libre y gratuito, que permite que cualquier paciente o su médico introduzcan los datos concretos del paciente y calcula la probabilidad que tiene, en su caso individual y específico de mejorar sometiéndose a una intervención NRT. Eso facilita que el propio paciente o su médico valoren esas perspectivas de mejoría individualizada a su caso concreto, con los efectos secundarios y costes que conlleva ese tipo de intervención. El pronóstico basándose en ese estudio calcula el programa informático ha demostrado ser muy preciso y válido.
Y si este estudio demuestra que ha sido posible calcular el pronóstico para este tratamiento concreto (mediante la aplicación de un mecanismo riguroso de seguimiento y captación de los datos), lo mismo podría hacerse para el resto de las tecnologías que se aplican en el Sistema Nacional de Salud, aunque hasta ahora ninguna lo ha hecho.
Kovacs ilustra la conversación con
un torrente de datos que va lanzando al ritmo justo que su interlocutor precisa
no ya para anotarlos, sino para comprenderlos. Tiene en la cabeza el gasto
sanitario público y privado en nuestro país, “un 9,5 % del PIB, y le puedo
asegurar que el 30 por 100 de los tratamientos son inútiles o, como poco, no indicados”.
Cuantifica lo que la Sanidad
se lleva en esos tratamientos inútiles “o en tratamiento eficaces pero no
adecuados”. Sostiene el presidente de la Fundación Kovacs
que con determinadas correcciones de muchas prácticas, por cada euro se ahorra
cuatro. “Por ejemplo, en España se ha demostrado que se dilapida hasta el 30
por 100 de los recursos destinados a pagar resonancias magnéticas por dolor
lumbar, y el 60 por 100 de los que cubren los tratamientos rehabilitadores por
dolencias de cuello, hombro o lumbares”.
Sin ir más lejos, “el año pasado
–me cuenta- hicimos públicos los resultados del primer contrato de riesgo compartido realizado para aplicar una
tecnología sanitaria comprobadamente efectiva y eficiente (la “intervención
neurorreflejoterápica”). Estuvo pilotado en el Servicio de Salud de Baleares
desde el 1 de enero de 2011, y hasta el 31 de diciembre de 2012 generó un
ahorro neto de más de 11 millones de euros al erario público. Y eso demuestra
que este tipo de contrato es viable en la sanidad pública española, resulta
beneficioso para los pacientes y asegura la rentabilidad de los recursos
públicos”.
Es inevitable recordar la
lucha mantenida en Madrid y el lema de “la Sanidad no se vende, se defiende”, convertido en
grito de guerra, en pancarta y hasta en bandera (en muchos balcones de
profesionales de la Medicina
aparecía el cartel escrito en paños a modo de colgadura) de la protesta contra la privatización. Le digo a Kovacs
que, ante el panorama de la
Sanidad en España y la presión de los laboratorios, es un
tipo sospechoso en cualquier hospital. Pero el doctor no quiere dar cuartel ni
siquiera a la ironía… Te explica que el Contrato de Riesgo Compartido consiste
conceptualmente en pagar la aplicación de una tecnología sanitaria en la medida
en la que los resultados clínicos y económicos que obtiene en la práctica
alcanzan los objetivos fijados.
Y si le pides que lo
precise aún más, añade que “en el
ámbito sanitario, un contrato de
riesgo compartido es aquel en el que la cuantía de los pagos por la
aplicación de una tecnología depende de los resultados que obtiene en la
práctica; es decir, si estos resultados no alcanzan los objetivos mínimos
establecidos, el sistema sanitario deja de pagar parte o todos los costes de aplicación.
Cuando, como en el caso de la intervención neurorreflejoterápica que aplicamos
en Baleares a 3.802 pacientes, esos objetivos mínimos incluyen aspectos económicos
(como reducción del uso de fármacos o cirugía), también sirve para asegurar que
los recursos públicos destinados a pagar la aplicación de esa tecnología resultan
rentables, pues sólo se abonan si han generado previamente un ahorro mayor que
su coste”.
Cuando en
su camino uno se encuentra con personalidades como la del doctor Kovacs, que
apoya cada una de sus afirmaciones con la contundencia de un dato comprobable;
cuando frente a la verborrea al uso exhibe la tozudez de las cifras y frente a
la filosofía de “puchero” de tanto politicastro pone sobre la mesa el empirismo
de su propia trayectoria jalonada por publicaciones científicas como el “Spine
Journal” o por la “BioMedCentral Health Services Research”; o, en fin, cuando ante tanto
anuncio de tratamientos milagrosos te encuentras con el proyecto de la
“Fundación Kovacs” (http://www.kovacs.org/)
cuyo patronato tiene al Rey Juan Carlos como presidente de honor, con una veintena
de personalidades de la política, la ciencia, las finanzas o la propia
Sanidad y con personas que pertenecieron
a la misma hasta su muerte, como Sabino Fernández Campo o la Condesa de Fenosa, tienes la tentación de imaginarte esa "otra Sanidad" alejada de "visitadores médicos" (¿no se llaman así los agentes de los laboratorios farmacéuticos?), de la obsesión por el ahorro (¿ahorrar para quién?, cabe preguntarse) y de la eficacia a base de recortes que acaban siendo recortes de la salud. Y hasta te permites dar rienda suelta al sueño de que quizás algún día por fin se permitirá a Kovacs, a sus colaboradores y a sus discípulos transformar la sanidad de este país como mejor defensa de la misma.
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